Mientras conducía mi carro la semana pasada en una de estas frías noches y retumbaba el eco de “What I Like About You” de The Romantics, me puse a pensar en lo mucho que puede influir la música en el estado de ánimo de una persona. Quizás fui objeto de burla durante un buen rato por parte la pareja en la moto que había a mi lado en el semáforo, viendo a un casi cuarentón golpeando cual rockstar mi batería-cabrilla, cantando destemplado y esbozando una sonrisa de estúpido más allá de lo habitual.
No siempre fue así. Fui de los muchos que en los 90´s comenzaron a decirle adiós a la adolescencia en medio de un montón de dudas, miedos y frustraciones. Tuve la oportunidad de toparme en ese entonces con un estado anímico que distaba mucho de aquel particular comportamiento festivo en mi carro manifestado durante estos últimos días. Conocí de frente y sin anestesia a la depresión, la cual vino acompañada de una banda sonora que cabía como anillo al dedo a esos difíciles momentos y que se quedó ahí, testigo de las dificultades que hoy por hoy también se presentan. Su nombre: Radiohead.
La banda de Oxford Inglaterra, con más de 20 años de carrera y liderada por el particular genio de Tom Yorke, se ha convertido en un punto obligado a la hora de evaluar las bandas que mayor influencia han dejado a nivel musical en las últimas décadas. Quizás algo insospechado para ellos cuando lanzaron su debut Pablo Honey del 93 en donde estaba un compendio de buenas canciones, entre ellas la que los dio a conocer y que paradójicamente detestan: “Creep”. Si yo me aburría de tanto que me la pedían los clientes cuando ponía música en un bar, entiendo como sentirían ellos cuando se la pedían y pedían, y sonaba sin misericordia en todas las radios rock del mundo.
Muy en su interior la banda quiso siempre buscar su identidad y dejar su huella, alejada de todo el boom comercial. El problema es que cuando algo es bueno, tarde o temprano todos nos terminamos por dar cuenta, y eso fue lo que pasó con ese discazo llamado The Bends de 1995 y ni que decir con una de las obras cumbre del rock: El OK Computer del 1997. Letras llenas de introversión, depresión y angustia existencial y un sentido de la melodía que distaba mucho de lo que sonaba en ese entonces.
Debo decir que contrario a lo que piensa la crítica, a mi el siguiente disco Kid A del 2000 no me gustó, quizás precisamente por eso por lo que hoy es objeto de reconocimiento de todos los expertos: no hay temor a experimentar; siempre buscan enriquecer su música con otros elementos como el rock progresivo o los sonidos electrónicos. Definitivamente no están hechos para sonar siempre igual y encasillarse como lo quisiera la industria y por eso alcanzaron a sacar con su disquera de siempre otros 2 trabajos (Amnesiac de 2001 y Hail to the Thief de 2003) para dedicarse a sacar música por su riesgo y cuenta.
No contentos con convertirse en una banda de referencia para los nuevos artistas han querido también darle un mensaje a la industria discográfica, al atreverse a producir de manera independiente sus 2 más recientes placas (In Rainbows de 2007 y su octavo trabajo The King of Limbs de 2011), con la novedad de poderlos descargar previamente de internet (antes de que saliera el formato físico) dejando a consideración de los fans el precio a pagar por los álbumes en caso de que les gustara la previa. Ambos son tremendos discos y la estrategia ha sido muy exitosa.
Radiohead, una de esas bandas imprescindibles a la hora de hablar de rock, que se dan el lujo de inventar, de dejar un legado, manteniendo intacta su credibilidad de la mano con su creatividad musical. Y sus canciones, mi perfecta compañía para aquellos momentos en los que no estoy con la sonrisa de estúpido, en situaciones en las que aún me dejo abatir por las circunstancias adversas de la vida. Para levantarme de nuevo o acabarme de rematar.
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