Por estos días me he pegado de la
inusitada fiebre que se ha presentado en el mundo del rock, producto de la
inducción de los Guns N’Roses al
salón de la fama del Rock & Roll, algo por demás merecido por el invaluable
aporte de una banda que pudo haber sido la más grande si les hubiera dado la gana. Una tras otra le he machacado a las buenas canciones de los álbumes que los catapultaron a la fama a
finales de los 80’s y principios de los 90’s; hasta el “careabuelita bonachona” (Sir Paul
McCartney) me acolitó la excusa de recordar a los Gunners con su excelente interpretación de “Live and Let Die” en su
conciertazo de esta semana en Colombia.
Contrario a mucha opinión de la
gente que disfrutó más la época del Use Your
Illusion, siempre fui un fanático de la primera etapa de los Guns: la de la actitud de malos en
medio de toda la corriente festiva del heavy glam ochentero; la del batero
drogo y pelietas, la del Appetite For
Destruction; la etapa alejada de coristas, teclados y delfines en videos
largos y exagerados. Y también contrario al pensar de muchos y sin desconocer la
presencia de uno de los mejores frontman en la escena rock como lo es Axl Rose, siempre consideré que el sello característico tenía sombrero
de copa y nombre propio: Slash.
No voy a negar que años después
renegué de sus colaboraciones con artistas de otros géneros (exceptuando sus
guitarras en temas del desaparecido Michael,
sobre todo la estupenda “Give Into me”) pues me parecía inconcebible que una estrella de esas se
pusiera a prestarse a aparecer en canciones y videos de artistas pop; peor aún,
de pop latino como Marta Sánchez o Paulina Rubio. El hombre por supuesto estaba
y está para mucho más; por ejemplo para ser uno de los artistas más
influyentes en la historia del rock. Uno de los dioses de la guitarra. Esa bobadita, no más.
Por fortuna, después de sus
proyectos post Guns (su fugaz
trabajo de blues Slash's Blues Ball
y el supergrupo por el que pasaron miembros de Alice in Chains, White Lion,
Jellyfish y de los mismos Gunners, llamado Slash's Snakepit), el cambio de milenio nos trajo a un Slash renovado y miembro fundamental
(no podía ser de otra forma) de uno de los buenos proyectos de los últimos
años: Velvet Revolver. De esas bandas
de las que uno se queda esperando más, que tenían todo para perdurar en este
cuento pues habían llegado para devolver al rocanrol al lugar de privilegio que
le corresponde.
En 2010 este monstruo de la
guitarra nos sorprendió con su primer álbum oficial en solitario llamado
simplemente Slash, un excelente catálogo
de canciones con invitados de lujo como el gran Ozzy, Dave Grohl, Lemmy, Kid Rock, Iggy Pop, Chris Cornell, la cosita rica de Fergie, el vocalista de The Cult, el líder de Maroon 5 entre otros. Y nuevamente los
miembros de aquella magnífica formación de finales de los 80’s, exceptuando a Axl con quien parece aún quedan heridas
por sanar.
Sólo argumentos para recordarnos
que este man es un capo, que está por encima de la sombra del Guns & Roses que quizás tercamente
ha querido mantener Axl (oí hablar
del Chinese Democracy como por 15
años y lo siento, no me gustó). El éxito de este álbum debut y la consabida
gira que lo apalancó en compañía del vocalista de Alter Bridge -Myles Kennedy-,
fueron una muestra de su vigencia, la cual se ratifica este 2012 con la salida
de su segunda placa Apocalyptic Love
cuyo lanzamiento está previsto para mayo, pero del cual ya se escucha “You're
a Lie” con el aporte en las vocales nuevamente de Kennedy ya como cantante oficial de la banda The Conspirators en todo el disco.
Bacano que este loco, aquel de
los inolvidables solos, el mismo que no entró a Poison por no verse tan bonito como el resto de la banda, el de las constantes
entradas a rehabilitación por su adicción a las drogas, siga dando guerra.
Grande Saul! (Hudson, aclaro).
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