¿Le temo a la
muerte?. Sin mucho ponerme a pensar me encuentro ante la habitual disyuntiva
que mueve algunas de mis decisiones porque en realidad, no pero si.
Como cualquier
desprevenido que lee esto soy consciente de que en algún momento simplemente
esta vuelta se va a acabar. El inevitable final llegará y como tal eso no me
genera temor.
No obstante me
asusta llegando al repugno, la entrometida idea de imaginarme que un día
simplemente no voy a estar como digo yo "disfrutando
el inexplicable valor de lo simple" y saber que nada de lo que se
hizo sirvió para alguna vaina, le dejó huella a alguien o que nos quedamos en
meras buenas intenciones de hacer algo; por más trascendental o banal que suene
ayudar a unos viejos a hacer mejor su existencia en sus últimos años, liderar
un equipo de trabajo, pasar bueno con los amigos como si el licor se fuera a
extinguir al día siguiente, sacar adelante retos que se veían complejos a los
ojos de cualquiera o educar a una hija para que sea el oasis en una sociedad en
donde los valores parecieran en desuso.
En días como hoy me
levanto con ese soñador y quizás egoísta pensamiento en el que me imagino que
haber estado por aquí realmente ha valido la pena y que si por algún motivo nos
toca rendir cuentas, tratamos simplemente de no hacerle el daño a nadie, de dejarle
algo bueno para su vida a alguien o convertirse en un buen recuerdo de quien pasa por un sitio o escucha una canción. Todo esto se convierte en
motor para hacer cosas que no se han realizado, con el propósito de ver si
dejamos este cuento sin la mayor cantidad de pendientes posibles. Hacer todo. Hacerlo
pronto. Hacerlo bien.
Morir y seguir
viviendo. Dejar de ser pero estar. Trascender dejando una huella positiva. Hoy
a nuestra manera en MetroRock una muestra de que es posible trascender, con
algunos grandes artistas que en vida no nos acompañan pero cuyo legado se
perpetua cada vez que los ecos del mejor rocanrol acompañan nuestro trasegar en
ese camino llamado vida.
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